2016 ©Circulo Virtuoso. Todos los derechos resevados
Para que un niño se sienta movido a aceptar y cumplir, de buena gana, la orden de una persona mayor, y comprenda que le sirve como soporte de una personalidad libre y responsable; tiene que sentir que aquella persona que está frente a él, realmente le ama, que nunca le haría daño, que lo valora, que le desea siempre el bien, que nunca le diría que haga o no haga algo, sabiendo que le va a causar daño, que lo va a herir.
El cariño, la cercanía, la comprensión, los buenos modales y los tonos de voz, entre otras muestras de afecto y confianza, son condiciones que hacen que cualquier norma sea asumida positivamente, porque se tiene la confianza en que esa disposición es para apoyarle en su crecimiento y correcto desarrollo integral. Pero esto no se da de una vez para siempre, sino que, según la edad, el aceptar cumplir esas normas o instrucciones, forma parte de un proceso educativo paulatino y perseverante. Vale la pena recordar las palabras del filósofo griego Aristóteles: “Considero más valiente al que conquista sus deseos que al que conquista a sus enemigos, ya que la victoria más dura es la victoria sobre uno mismo”.
Sin embargo, cuando se habla de disciplina, también puede ser que se tome por la connotación negativa; sobre todo por aquellos que tienen la experiencia de haber realizado acciones forzados por el temor a una sanción o castigo, o quizá movidos por el deseo de una recompensa. Quienes se sientan angustiados por experiencias negativas de disciplina necesitan a alguien en quien confiar. Y en algunos casos es mejor buscar la ayuda profesional especializada. La convivencia sana y constructiva, de cualquier comunidad, peligra con personas heridas por experiencias disciplinarias negativas.
A nuestras aulas llegan estudiantes cuyas experiencias sobre la regulación y el orden del comportamiento han sido aprendidas en el hogar o en el medio cultural en que han vivido sus primeros años, y son indudablemente diversas uno de otros. Por ello la primera tarea docente es conocer a los(as) alumnos/as, si desea que lleguen a comprender y aceptar que en la convivencia escolar por qué se debe actuar de un modo determinado, y saber que el comportamiento humano tiene consecuencias negativas o positivas. Aparte de cumplir el desarrollo de un programa de conocimientos y un cronograma académico, debe poner especial interés en desarrollar la empatía como el valor que le acerca a una realidad afectiva ajena a los sentimientos de sus estudiantes.
Un ambiente positivo en el aula, creado por el profesor, provoca y aumenta la motivación de los niños para el aprendizaje. Ese ambiente de cercanía y de confianza, se robustece con la comunicación con los padres y madres de esos (as) niños(as). La disciplina positiva promueve actitudes positivas hacia los niños enseñando a tener buena conducta, responsabilidad y destrezas interpersonales con el uso de los principios de generosidad, estímulo y respeto mutuo.
Desde la perspectiva de la disciplina positiva, compartimos este mensaje ¿cree Usted que estamos siempre dispuestos a corregir con amor?
Fuente:http://webdelmaestrocmf.com
Fecha:
06 de Noviembre de 2018 Lugar: Regresar |
Califique esta Publicación |