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Por Clara Alemann.
Tiene 4 años, todavía es una niña. Sus ojos destellan entusiasmo y curiosidad, su rostro se ilumina con la posibilidad de aprender y explorar el mundo, está ávida de absorber palabras, experiencias y emociones nuevas de aquello que la rodea. Podrá convertirse un día en una líder visionaria, una científica innovadora, una artista destacada, una madre amorosa o desempeñar cualquier otro rol necesario para impulsar una sociedad prospera y dinámica.
Del dicho…
Imagina que ella puede desarrollar su potencial: recibe los cuidados, amor, educación y protección en los entornos donde está creciendo, se la valora y da las mismas oportunidades de aprendizaje que a su hermano, los maestros la incentivan a levantar la mano para responder las preguntas al igual que a los varones, en su casa su padre trata con cariño y respeto a su madre y aprende disciplina con límites consistentes y sin violencia, va a una escuela segura y estimulante y a un centro de salud donde conforme crece, recibe la información y servicios que necesita para tomar decisiones informadas y oportunas sobre su sexualidad y reproducción, nadie piensa que es natural que un familiar abuse sexualmente de ella o que a los 14 abandone sus estudios embarazada para ir a vivir con un hombre de 23 que la mantenga.
Al hecho…
Sin embargo, sabemos que las niñas enfrentan un sinfín de restricciones y riesgos debido a su género, entre los cuales se cuenta la violencia, la manifestación más extrema de la desigualdad de género que continua inexcusablemente limitando el potencial y afectando a millones de niñas y mujeres en nuestra región. Uno de cada cuatro niños y niñas en la región sufre castigos físicos, y una de cada cuatro niñas fue testigo de la violencia que sufrió su madre en manos de su padre, mientras que -a partir de datos globales- una de cada cinco niñas sufre abuso sexual. El uso de formas violentas de disciplina contra los niños suele co-existir en hogares donde la mujer sufre violencia por parte de su pareja, lo que en la región afecta a una de cada tres mujeres.
La exposición de los niños a la violencia, tiene efectos profundos y duraderos que pueden afectar la arquitectura cerebral, generar problemas psicológicos y comportamientos de riesgo que comprometen su desarrollo físico, socio-emocional y cognitivo, y por ende socavan las inversiones realizadas en educación, salud y bienestar infantil. Esta también afecta sus posibilidades de establecer relaciones no violentas con sus parejas e hijos en la vida adulta.
Es por esto que prevenir la exposición a la violencia durante la infancia es una de las estrategias más prometedoras para detener la transmisión intergeneracional de la violencia contra la mujer.
Hasta la amenaza de la violencia determina las elecciones y acciones de las niñas restringiendo su potencial, condicionándolas a evitar las oportunidades para manejar los riesgos que enfrentan. A medida que las niñas internalizan su responsabilidad de manejar estos riesgos, comienzan a pre-censurar su potencial. El riesgo que enfrentan las niñas es aterrador, real y requiere acción urgente. Todos tenemos la responsabilidad de actuar para prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas ya que esta es evitable. Cuando ocurre, se debe reconocer y responder de manera adecuada.
La evidencia sobre los factores de riesgo compartidos por la violencia contra la mujer y contra los niños, así como de las consecuencias comunes y acumulativas de ambos tipos de violencia sugiere que consolidar los esfuerzos para abordar los factores de riesgo comunes puede prevenirlas también. La violencia contra los niños puede evitarse a través de estrategias probadas o prometedoras. Entre estas quiero destacar las que son particularmente relevantes para el ámbito de intervención del desarrollo infantil, la salud y la protección social.
La efectividad de las estrategias depende del grado en que los múltiples sectores involucrados colaboren y articulen su accionar. A continucación comparto 5 acciones a tener en cuenta:
1. Apoyar a madres, padres y cuidadores a desarrollar competencias y habilidades que favorezcan el desarrollo de relaciones cercanas y positivas con sus hijos, a través del refuerzo de conductas deseables en los niños, la disciplina positiva y la responsabilidad compartida entre varones y mujeres por el cuidado y las tareas domésticas. Los programas de crianza pueden implementarse en sesiones grupales y visitas domiciliarias.
2. Educar para la igualdad creando entornos educativos que sustenten las mismas oportunidades de aprendizaje para niños y niñas, eviten la reproducción de estereotipos de género y modelen relaciones equitativas. Esto requiere formar a los educadores en el desarrollo de programas pedagógicos, el uso de materiales e interacciones que promuevan la igualdad en el aula y con las familias.
3. Apoyar la aplicación y vigilancia de las leyes por las autoridades competentes, que penalizan los castigos violentos a los niños, el abuso sexual y la violencia contra la mujer identificando, refiriendo y acompañando a las víctimas de violencia desde las diferentes instancias de interacción con las familias.
4. Transformar la adhesión a normas de género restrictivas y nocivas que normalizan el uso de la violencia para disciplinar a las mujeres y a los niños y promover normas y prácticas que favorezcan relaciones respetuosas y equitativas entre adultos, entre niños y niñas y entre adultos y niños.
5. Fortalecer los servicios de detección, respuesta y apoyo a víctimas de la violencia. Esto requiere apoyar la coordinación entre los programas que brindan servicios a las mujeres que sufren violencia de pareja y aquellos que se focalizan en el desarrollo infantil, para que los primeros puedan brindar apoyo y protección a los niños de las víctimas y para que las intervenciones que promueven el desarrollo infantil puedan brindar una respuesta adecuada a las madres de los niños que sufren maltrato.
En el Día de la Mujer deseo que todas las niñas puedan completar una educación de calidad que les enseñe a pensar críticamente sobre el mundo que las rodea y a expresar sus opiniones, que su primera relación sexual sea consensuada, segura y placentera, que si deciden casarse y tener hijos al terminar sus estudios, lo hagan cuando y con quien elijan, que vivan libres de violencia, que sepan que valen lo mismo que sus congéneres varones y que no tengan que demostrarlo, que sepan que su mamá tiene los mismos derechos que su papá, que aspiren a ser lo que sueñen ser, tengan la audacia de perseguir sus sueños y no tengan que sortear obstáculos absurdos y ofensivos por el hecho de ser mujer. Quisiera que cada una de ellas esté convencida de que es valiosa y capaz, y que se merece todas las oportunidades de este mundo.
¿Cuál es la situación de las niñas en tu país? ¿Conoces iniciativas que busquen promover la igualdad de género desde los primeros años? Cuéntanos en la sección de comentarios o mencionando a @BIDgente en Twitter.
Clara Alemann es especialista en el diseño e implementación de programas de desarrollo social con una perspectiva de género en del Banco Interamericano de Desarrollo.
Fecha:
14 de Noviembre de 2017 Lugar: Regresar |
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